Cuentas pendientes / Todo y nada

Nadie puede sentir lo que yo siento, nadie debería mantener vivo el dolor que ahoga mis palabras al final del día. Todo resulta sencillo hasta que suena el despertador, enciendes la televisión y ahí está el primer anuncio: "Rasca y gana"; rasca un poco más allá de la piel y ganarás un par de hostias en los morros.

Soy un alambre de espino, quiero todo para mí. Me guardo en los bolsillos la arena que luego mastico. No hay agua para pasar el mal trago, un día rascaste y te llevaste el premio gordo. No te acerques a mí porque mis púas están oxidadas de vivir a la intemperie. Tengo el corazón cargado de espinas clavadas en el tiempo, y que desgarran con cada movimiento de pulmón.

A nadie le deseo este toma y daca, con un solo gesto puedes volver a lo que siempre fuiste, pero de la misma estás en el suelo, masticando la arena que un día juraste que no volverías a ver más que en las postales. Los diques no funcionan en esta playa, por mucho que lo intentes.

A medida que pasa el tiempo, ves que queda sólo la esencia de lo que un día fue, que ya no se repiten las palabras que antes resonaban en mi cabeza como un grito en el silencio. Si se siente, ya no se dice nada, es mejor hacer como que no ha pasado nada.

Es preferible estar ciengo para dejar de echar la mirada atrás y hacer comparaciones, es mejor estar ciego para no ver lo que sabes que te va a acabar matando, y que no puedes evitar mirar de reojo como la herida que ha dejado de sangrar y todos los días levantas la postilla.

Ojalá los sueños en los que yo aparecía, se hubieran convertido en realidad, por el bien de los dos. Ahora parece tarde para eso, por momentos no te reconozco.

Por momentos todo va bien, y por momentos pienso que sigo en esta lucha por volver a verte sonreír otra vez.





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